Pisamos tierra madrileña en enero por el aeropuerto de Barajas, con maleta de mano, zapatos deportivos y un abrigo. Lo primero que nos golpeo al salir del aeropuerto fue el frio intenso al abrirse las puertas, nos miramos, reímos y salió a coro: "llegamos..."

Lo primero que notamos fue que Madrid no es tan grande y se puede hacer todo caminando. El hotel donde nos quedamos, Rafael Orense, estaba ubicado en el barrio Cuatro Caminos y creo fue una de las mejores cosas que nos pasó.
Una de las cosas que más recordaremos sobretodo nosotras las chicas es el Templo de Debod, qué lugar mágico este templo. Es que creo no hay otra palabra para describirlo. La energía que ronda ese lugar lo hace, simplemente, único. Y sí . Se ve el mejor atardecer de Madrid.
El templo fue donado a España por el gobierno egipcio para evitar que quedara inundado tras la construcción de la gran presa de Asuán. Llegamos al Templo de Debod por recomendaciones de distintos viajeros. Todos hablaban de ese lugar, y todos coincidían en una cosa: se ve mejor en el atardecer de Madrid. Y es muy cierto, totalmente recomendable. Allí pasamos gran parte de la noche, tomando fotos y luego fuimos por unas tapas y cerveza. Claro sin abusar porque al dia siguiente visitaríamos otro sitio mágico que no es otro que el Parque del Retiro.
El Retiro es un lugar que te traslada a otra dimensión. Llegas a la Puerta de Alcalá sumergido, quieras o no, en la vorágine de una capital que camina a un ritmo apurado y frenético. Pero cuando cruzas el portal que te sumerge en el Parque del Retiro, todo cambia. Entramos en otra dimensión. Caminamos sus caminos con paciencia y tranquilidad, y nos podemos quedar horas y
horas en él. Su lago, lleno de botecitos yendo de acá para allá, es especial, como también lo son todos sus espectáculos callejeros al borde del mismo.
Excepto por el Palacio de Cristal, el Parque del Retiro no tiene una atracción en particular. Es que la atracción en sí es el parque. Es llevar un libro y sentarse a leer, mientras la gente y el tiempo pasa.
Que decirle que pasamos todo el dia en el parque y al dia siguiente colocamos un pie en Puerta del Sol, va a ver miles de personas congregadas, sacando fotos. Nosotros nos alejamos un poco luego de sacar la foto de rigor y seguimos caminando un poco más y entramos en el Mercado de San Miguel, la Catedral y al Palacio Real. En la noche luego del recorrido ir de tapas, sumergirse en la movida cultural y es que no estuviste en Madrid si no fuiste de tapas. La comida española es sublime y en Madrid no es la excepción.
Madrid nos enamoró, Los días pasaron tan rápido que no nos dimos cuenta que una semana fue poco. La recorrimos de norte a sur. La caminamos (casi) toda y la disfrutamos como pocas veces se puede disfrutar alguna ciudad. Habrá sido su sol veraniego, en medio del invierno europeo, o la amabilidad de su gente.
Por eso, caminar por la Gran Vía nunca va a ser algo que te relaje. Siempre hay gente dando vueltas, ya sea turistas o locales, por los grandes centros urbanísticos de la ciudad.
Comments